Para
muchos jóvenes estudiar se ha convertido en todo un desafío, pues aducen que no
tienen recursos económicos, otros manifiestan que deben trabajar para llevar el
sustento económico a sus familias y otros no les interesa ni lo uno ni lo otro.
Para
el caso de Gabriela Álvarez Terán, una joven venezolana que llegó hace 3 años a
Dosquebradas en Risaralda, fue un reto que involucra a su mamá, a su tía y a su
abuela.
Su
periplo inicia cuando la tía se acerca a la oficina de migraciones de la
Alcaldía de Dosquebradas, donde de manera diligente fue orientada para contactarse
con un funcionario del SENA Risaralda, quien de manera inmediata se volvió como
un “ángel” en palabras de Gabriela o en palabras de Radamet Colina Buitrago de
la Agencia Pública de Empleo, “en alguien que se puso la camiseta”.
“Cuando
llegó este caso al área donde me desempeño, veía que siempre pasaba las pruebas
y los requisitos para estudiar una tecnología; pero siempre había una
dificultad con el Permiso Especial de Permanencia. Escalé el tema y después de
varios intentos, pudimos sacar adelante el proceso y hoy podemos decir que
tenemos la satisfacción del deber cumplido”, manifestó
Colina Buitrago.
Esta
mujer de 18 años no la ha tenido fácil en la vida, pues le tocó afrontar una
situación poco común para su corta edad, emigrar a otro país por situaciones
ajenas a su voluntad y además renunciar a su entorno, a sus amistades y sus
compañeros de colegio. “Empezar de nuevo y en un país que no conocíamos, nos
ha hecho fuertes. Los colombianos y las personas de esta región nos han ayudado
mucho, estamos muy agradecidos con todas esas personas que hemos encontrado en
este nuevo camino. De mi hija puedo decir, que su perseverancia y decisión la
hicieron merecedora de ese premio, estudiar su carrera tecnológica en tan
importante institución”, relató su madre Esneida María Terán Depablos con
lágrimas en los ojos y además añadió que “antes de llegar a Colombia, era
profesora en el país vecino”.
Estas
dificultades no han sido impedimento para Gabriela Álvarez Terán, ni mucho
menos recibir las clases por un Smartphone conectado a una red inalámbrica de
un vecino que le compartió el acceso; por el contrario, su mirada y su voz
refleja el “perrenque” de alguien que quiere avanzar, crecer y no detenerse.
La
cama, de un 1.20 de ancho por 1.80 metros de largo, donde duerme con su mamá,
le sirve como escritorio para escuchar las clases y para descansar. “Quiero
decirles que en el SENA Risaralda he encontrado muchas personas valiosas,
encontré un programa que me ayudará a mi crecimiento personal y profesional y
además encontré formación de calidad para mi futuro. Por eso, les digo que hoy
esta puerta que me abrieron será para servirle a este país que me acogió como
migrante”.
Gabriela Álvarez adelanta desde hace 3 meses la tecnología Gestión de Mercados en el centro Comercio y
Servicios del SENA Risaralda.